Mi madre me enseñó que en la vida había que ser fuerte. Cuando
me caía en el parque porque aún no tenía mucho equilibrio podía escucharla
decir: " No llores y levántate tú solita". Y a mí se me caía el mundo
encima de que mi madre, en vez de ayudarme a levantarme, me dijese eso. Pero
día tras día no solo me levantaba yo sola y sin llorar, si no, que ya no me
caía. Y así fue como dejé de caerme en el parque y empecé a caerme en la vida.
Problemas típicos de una niña pequeña. Problemas típicos de una niña más
mayor. Problemas típicos de una adolescente. Y ahora también lloro, porque
también me caigo. Pero siempre he tenido a mi madre, que no me abraza, solo me
dice: "No llores, y levántate como has hecho siempre" Y eso es lo que
hago. Levantarme, levantarme una y mil veces, y no llorar. Bajo ningún
concepto: NO LLORAR. Porque ella me lo enseñó. Quizá algunos prefieran un
abrazo. Pero yo el abrazo se lo doy hoy, diciéndola: "Gracias mamá, me has
enseñado a ser fuerte. Hoy nadie puede conmigo, pero yo puedo con todo."
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