lunes, 2 de julio de 2012

No tienes la necesidad de hablar, con leerme la mente te basta.

No hace falta que diga cuando estoy mal, ni tampoco cuando no tengo ganas de hablar con nadie. Tampoco hace falta que te diga que no tengo ganas de sonreír, y sabes perfectamente cuando me pasa algo, porque miro al suelo, muevo las piernas, me como las uñas, no miro a la gente y me pierdo en mis pensamientos. Y lo que más me gusta es cuando te das cuenta de todo eso y vienes, me abrazas con todas tus fuerzas y todo tu sentimiento y me dices al oído sin que nadie te oiga: '¿qué te pasa Ale?, hoy no estás feliz' y entonces hace un segundo estaba mal, pero cuando me has dicho eso al oído todo se va, y ahora no se que me pasa.
A lo mejor tu eres el problema de mi vida... Bueno, tal vez no. Supongo que porque me paso el día pensando en ti, en tu maravillosa sonrisa, esa en la que, en más de una ocasión te he dicho que me vuelve loca. Creo que me tienes tan pillada, que cuando me pasa algo, lo relaciono a ti. Eres mi perdición, pero a la vez mi salvación. Me ayudas en todo lo posible con una simple sonrisa. Aunque luego me hagas daño con un simple adiós. 
Sin duda una de las mejores sensaciones es la persona que más te conoce y ese eres tú. Soy difícil de leer, pero tu con una mirada y una palabra, sabes perfectamente en que estado de ánimo estoy. Me alegro de ello, aunque lo dicho, si tu eres uno de mis problemas, lo mismo lo mejor es alejarme de ti tanto como como pueda.

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